Hombre soñó que era una bombacha... (Cuento)

(Texto ganador de una mención en el Concurso Vivas nos queremos, Certamen Barracas al Sud, Avellaneda, 2019)

Sueño que soy bombacha. Vulgo chabómba que le dicen. No se rían, boludo, les aseguro que no tiene ninguna gracia. Al principio sí, la primera vez te despertás y te cagás de risa. Lo primero que pensás es “mirá que soñar que sos bombacha... hay que tener imaginación”. Lo segundo que pensás es: menos mal que fue un sueño. Y lo tercero que pensás es: mañana se lo llevo a mi terapeuta. Porque no sé ustedes, pero yo le llevo todo a mi terapeuta. Hasta mi sueldo le llevo. Si no le llevara mi sueldo, no podría llevarle todo lo demás. Y todo para qué? Eh? Para que cuarenticinco minutos a la semana el tipo se la pase controlando el reloj esperando el momento de dispararme la frase lapidaria: “¿Dejamos por hoy?”. Pero eso es a lo último. Como para ir cerrando. Al principio, lo que siempre (o casi siempre) me propone mi terapeuta es que le hable de mi infancia. Para qué quiere que le hable de mi infancia? –le pregunto- si yo lo que quiero es contarle que volví a soñar que soy una...Preferiría que hablemos de su infancia –insiste mi terapeuta mientras se depila las cejas- empiece por donde quiera, le doy esa libertad; hasta qué edad tomó la teta, a qué edad empezó a masturbarse, cuándo se inició sexualmente, si alguna vez participó como sujeto activo o pasivo de algun acto de violación, estupro o abuso de otra índole, de qué cuadro era a los siete años, de pibe lo llevaban a la calesita?, o cualquier otro dato que considere sustancial a los objetivos de nuestro trabajo…  Alguna vez sorprendió a sus padres fornicando?. Me viene ocurriendo bastante seguido, doctor, le digo. A qué se refiere? –pregunta mi terapeuta, mientras se pinta los labios de rojo carmesí. Me refiero a que sueño que soy una bombacha, le digo. La primera vez, me causó gracia. Cuando me desperté me reía solo. Después me fui como acostumbrando a que cada vez que cerraba los ojos viajaba hacia mi destino irreversible de prenda interior, de testigo silencioso de la vida ajena. Llegué a dudar de qué lado quedaba la realidad, sabe doctor. Qué soy en verdad? Persona o bombacha? No es que haya dejado de dudar, digamos que dudar se ha convertido prácticamente en mi única certeza, pero ahora sé que debo aceptar lo que me tocó en el reparto, barajarlo como vino y salir a la cancha con la ropa que me haya tocado en suerte, o en desgracia. 

El problema es cuando uno mismo es esa ropa.

Como en mi caso, que sueño cada dos por tres (o cada dos o tres noches) que soy una bombacha de lycra, un cúmulo de fluidos estampados en tejido sintético, testigo a veces incómodo de los devenires, a veces ingratos, de una pobre y solitaria mujer. Una mujer que sobrevive apenas y a penas en una solitaria casita prefabricada en el segundo cordón urbano, atendiendo a dos padres viejos y postrados que todas las noches, indefectiblemente, esperan su llegada para pelearse a los gritos. Y como la tal mujer (llamémosla mi dueña) no dispone de recursos para un guardarropas medianamente provisto, se da la particular circunstancia de que me usa -como quien dice- para todo andar. O sea, que vengo a ser lo que suele llamarse una todo servicio. Es decir, que me toca en este orden: fregar pisos y trapos ajenos, acumular orines y restos pertinaces de períodos menstruales e incluso tolerar que el patrón me baje hasta las rodillas cada vez que se le ocurre (y últimamente se le viene ocurriendo bastante seguido) echarse eso que se suele llamar un polvo de parado. Mi dueña no dice nada. Disfrutar, tampoco disfruta nada, ocupada como está en vigilar que no llegue la patrona y nos pille en pleno asunto, como le pasó a la acompañante tetrapéutica del niño Maxi, el hijo discapacitado de la patrona, que fue sorprendida en pleno acoso y recibió eso que los diarios llaman un castigo ejemplar; la denunciaron por degenerada y abusadora y la parentela tuvo que juntar un platal para sacarla de la cárcel. A veces, cuando viaja en el 96 de vuelta a sus pagos de Laferrere, mi dueña llora, despacito, como en falta. Yo no sé muy bien en qué piensa, porque ni a las bombachas ni a los que soñamos que somos bombachas nos está permitido adivinar porqué lloran nuestras patronas. Pero de una cosa pueden estar seguros: cada vez que ella llora (y últimamente viene llorando bastante seguido) yo tengo un mal día. Al principio no, al principio me despertaba y me reía sólo acordándome que había soñado que era una bombacha. Después me fui como acostumbrando a que cada vez que cerraba los ojos ya estaba viajando hacia mi destino irreversible de prenda interior, de testigo silencioso de la vida ajena. Y hasta llegué a dudar de qué lado quedaba la realidad. Ahora no es que haya dejado de dudar, nunca dejaría de hacerlo, podríamos decir que dudar es mi única certeza, pero ahora ya aprendí que tenés que aceptar lo que te toca, barajarlo como viene y salir a la cancha a jugar con la ropa que te tocó en suerte, o en desgracia. El problema es cuando vos mismo sos esa ropa. Como me pasa a mí, que cada dos o tres noches vengo soñando que soy una bombacha. Pero no una bombacha cualquiera. Claro que no. Sueño que soy bombacha de una pobre mina que no tiene más remedio que dejarse abusar por el hijo de puta que le paga el sueldo. ¿O tendrá (me pregunto) remedio? Ponéle. Mirá si una de estas noches sueño que a mi dueña le salta la cadena y cuando están en pleno asunto con el patrón no tiene mejor ocurrencia que agarrarlo al fulano de ahí donde estás pensando, pero bien agarrado eh, y con la fuerza que únicamente te pueden dar el dolor y la rabia acumulados manotea el primer elemento cortante que tiene a mano (una tijera, pongamos por caso) y en un rápido y acaso largamente premeditado movimiento le secciona lo que ya sabés al fulano y se lo tira al gato de la patrona y el gato salta por la ventana y desaparece para siempre con el asunto entre los dientes y entonces sí, una vez liberados los demonios de la rabia y el dolor acumulados, recién entonces la mujer a la que llamamos mi dueña recoge sus cosas y se va dando un portazo, o mejor no, se va despacio, tranqui, aliviada, no sin antes contemplar por última vez al fulano retorciéndose en el piso, cada vez más despacio, retorciéndose cada vez menos y menos y menos hasta quedarse quietito, mansito, como un angelito de barro y estiércol, un sucio y ahora estático angelito de barro y estiércol…

Estaría bien eh. Esta noche voy a probar. Voy a cerrar los ojos y a dejarme llevar, pero alentando la esperanza de que esta vez el sueño tenga otro final. Un final diferente, sin humillaciones ni dolores inconfesables. Un final a prueba de polvos de parado y denuncias de patronas iracundas. Un final que invite a despertar con algo parecido a una sonrisa en la cara, y en el alma, algo parecido al desahogo…


PREMIOS JOSE M VILCHES 2023

PREMIOS JOSE M VILCHES 2023
Plaqueta recordatoria

DRAMATURGIA BONAERENSE DE POST DICTADURA

DRAMATURGIA BONAERENSE DE POST DICTADURA
INCLUYE "CAMELLOS" (CLICKEAR IMAGEN PARA DESCARGAR)

PREMIO JOSÉ M VILCHES 2023

PREMIO JOSÉ M VILCHES 2023
Equipo completo

DE MORIRES Y LEALTADES

DE MORIRES Y LEALTADES
CLICK EN IMAGEN PARA VIDEO

ESTRENO "EL CHICO DE LA HABITACIÓN AZUL", Teatro del Pueblo.

ESTRENO "EL CHICO DE LA HABITACIÓN AZUL", Teatro del Pueblo.
JUNTO A MIGUEL DIANI (AUTOR) Y ENRIQUE DACAL (DIRECTOR)

FERIA DEL LIBRO

FERIA DEL LIBRO
CHARLA EN PANEL SOBRE NUEVAS TECNOLOGÍAS

SE VIENE SEGUNDA EDICIÓIN DE "GATO EN TU BALCÓN Y OTROS TEXTOS TEATRALES"

SE VIENE SEGUNDA EDICIÓIN DE "GATO EN TU BALCÓN Y OTROS TEXTOS TEATRALES"
Edición COOPERATIVA EL ZÓCALO

MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA...

MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA...
INOLVIDABLE, QUERIDA SARA STEIMBERG

MÍSERO BUFO, SALTO, PCIA DE BUENOS AIRES.

MÍSERO BUFO, SALTO, PCIA DE BUENOS AIRES.
02 2021 PARA VER OBRA CLICKEAR IMAGEN

RULETA RUSA

RULETA RUSA
Con Edu, en un alto del rodaje...

Cine: RULETA RUSA

Cine: RULETA RUSA
Junto a Patricio Contreras, Edu Meneghelli (Director), Enrique Liporace y Pompeyo Audivert. Último día de rodaje de Grietas, con guión de quien suscribe.